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Turquía/Elecciones

Recep Tayyip Erdogan y Muharrem Ince, recta final

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y su principal rival, Muharrem Ince, mantenían el sábado en Estambul sus últimos mítines la víspera de unas elecciones legislativas y presidenciales que se anuncian reñidas, tras una campaña marcada por fuertes choques entre los dos candidatos.

Afiches electorales en una calle de Estambul. Turquía, 19 de junio de 2018.
Afiches electorales en una calle de Estambul. Turquía, 19 de junio de 2018. ®REUTERS/Huseyin Aldemir
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Estas elecciones anticipadas convocadas por Erdogan, con las que quiere mantenerse en el cargo por un nuevo mandato y con mayoría parlamentaria, son cruciales. Con el nuevo poder comenzará a regir la nueva Constitución con las nuevas prerrogativas que refuerzan el poder presidencial tras la reforma adoptada el año pasado.

Muharrem Ince, candidato del Partido Republicano del Pueblo (CHP, socialdemócrata), fue la sorpresa de la campaña. Orador carismático logró utilizar los códigos habituales del presidente saliente para galvanizar a la multitud.

Luego de dos mítines gigantescos de Ince en Izmir y en Ankara en los últimos dos días, centenares de miles asistieron el sábado a un último acto en la parte asiática de Estambul.

Ince reivindicó que "cinco millones" de personas participaron en el mitin en Estambul, aunque fue imposible confirmar en lo inmediato esa cifra.

- Duelo de rivales -

Ince pintó un sombrío futuro de Turquía si Erdogan gana la elección, asegurando que la moneda seguirá siendo débil, que los precios aumentarán y que el futuro de los 3,5 millones de refugiados sirios quedará sin solución.

"Pero si gana Ince, (...) serán 80 millones de personas las que ganarán", dijo el candidato que se ufanó de haber celebrado 107 mítines en los últimos 50 días.

Erdogan por su parte optó por una sucesión de mítines en diferentes barrios de Estambul, en vez de un acto masivo.

"Si Dios lo quiere, mañana por la noche celebraremos juntos", declaró. En sus discursos criticó a su rival que había afirmado que vigilaría al comité electoral (YSK) para asegurarse de que no hubiera fraudes.

"Muharrem dice que dormirá delante del YSK. Ello significa que entendió que perderá", dijo.

"Estamos en un Estado de derecho", agregó, asegurando que todas las medidas necesarias fueron tomadas para asegurar el buen desarrollo de los comicios.

- ¿Al balotaje? -

Erdogan, de 64 años, ha dirigido Turquía desde 2003, primero como primer ministro y luego como presidente.

El mandatario ha transformado su país con proyectos de desarrollo y aplicando políticas orientadas hacia el crecimiento económico, mientras aumentaba el discurso religioso musulmán en el país laico y se imponía como un actor clave en el escenario internacional.

El jefe de Estado agitó en abril el calendario político al anunciar el adelanto al 24 de junio de las elecciones previstas inicialmente para el 3 de noviembre de 2019.

Una decisión motivada probablemente por el temor a la crisis económica que parece alcanzar al país con una enorme caída de la lira turca, una inflación de dos dígitos y un importante déficit de su balanza por cuenta corriente.

Aunque el presidente saliente parece ser el favorito de las elecciones presidenciales, muchos observadores creen que no ganará en la primera vuelta y que su formación, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), podría perder su mayoría en el Parlamento.

El presidente turco ha tenido que afrontar en la breve campaña electoral una inesperada unión de los partidos opositores y un competidor, Muharrem Ince (CHP, socialdemócrata), capaz de hacerle sombra.

Con su fogosidad y su tenacidad, Muharrem Ince, de 54 años, diputado del CHP desde hace 16 años, logró movilizar a una oposición harta de las sucesivas victorias electorales de Erdogan.

Este exprofesor de Física y Química tiene casi asegurado el segundo puesto, por detrás de Erdogan, en las elecciones generales del domingo y podría amenazar al presidente turco en una eventual segunda vuelta rodeándose de una gran coalición.

Sea cual sea el resultado de la votación, que se augura más reñida de lo previsto, Erdogan ya ha transformado profundamente Turquía a través de unos megaproyectos de infraestructuras y llevando a cabo una política exterior firme, que ha llegado a molestar a los tradicionales aliados occidentales.

Para sus simpatizantes, sigue siendo, pese a las dificultades actuales, el hombre del "milagro económico" que hizo entrar a Turquía en el club de los 20 países más ricos del mundo, y el campeón de la mayoría conservadora, mucho tiempo desdeñada por una élite urbana y laica.

Pero sus detractores acusan a Erdogan de protagonizar una deriva autocrática, en particular desde el intento de golpe de Estado de julio de 2016, al que siguieron unas purgas masivas. Opositores y periodistas también fueron detenidos, suscitando preocupación en Europa.

- Orador sin igual -

A menudo descrito en Occidente como un sultán insuperable, este nostálgico del Imperio Otomano es un temible animal político que ha ganado todas las elecciones desde que su partido, el AKP, llegara al poder en 2002.

En sus mítines, despliega las cualidades de un orador sin igual que en gran parte han contribuido a su longevidad política, echando mano de referencias a poemas nacionalistas y al Corán para movilizar a las multitudes.

Nacido en un barrio popular de Estambul, Erdogan se planteó hacer carrera en el fútbol -un deporte que practicó en una categoría semiprofesional- antes de meterse en política.

Aprendió todos los trucos en el movimiento islamista del ex primer ministro Necmettin Erbakan, antes de ser propulsado a la primera línea cuando fue elegido alcalde de Estambul en 1994.

En 1998 fue condenado a una pena de prisión por haber recitado un poema religioso, un episodio que no hizo sino reforzar su aura.

Tomó la revancha en la victoria electoral del AKP -partido que cofundó- en 2002. Un año después, fue nombrado primer ministro, cargo que desempeñó hasta 2014, cuando se convirtió en el primer presidente turco elegido por sufragio universal directo.

Casado y padre de cuatro hijos, Erdogan sigue siendo el político favorito de la mayoría de los turcos, el único capaz de "mantenerse firme" frente a Occidente y de guiar el barco a través de las crisis regionales, empezando por el conflicto sirio.

Sus virulentos discursos contra la "islamofobia" que gangrena, según él, Europa y sus posicionamientos a favor de los palestinos le han reportado una inmensa popularidad en el mundo musulmán.

- 'La obra sobrevive' -

Pero desde las grandes manifestaciones antigubernamentales de la primavera de 2013, brutalmente reprimidas, también se convirtió en la personalidad política más criticada de Turquía, a causa de la deriva autoritaria e islamista que fue adoptando según sus detractores.

Su poder vaciló a finales de 2013 cuando estalló un escándalo de corrupción contra su círculo más próximo. Erdogan denunció un "complot" y apenas se habló del caso.

Pero, en la noche del 15 de julio de 2016, el presidente turco tuvo que enfrentar su peor prueba, en forma de un sangriento intento de golpe de Estado.

La imagen de Erdogan, esa noche, llamando al pueblo al rescate a través de la pantalla de un teléfono inteligente, con el rostro lívido, marcó a la gente. Tanto como su llegada triunfal al principal aeropuerto de Estambul de madrugada, anunciando la derrota de los golpistas.

El presidente turco acusa al predicador Fethullah Gülen -antaño aliado suyo- de estar detrás de la intentona golpista, algo que Gülen niega. El golpe de Estado fallido dio lugar a purgas masivas.

Adulado por sus simpatizantes y odiado por sus detractores, Erdogan parece estar no obstante convencido de que dejará una huella imborrable en la historia de su país.

"Un hombre muere, pero su obra le sobrevive", repite a menudo el presidente, que ordenó la construcción de una gigantesca mezquita en Estambul. Como ya lo hicieron los sultanes mucho antes que él.

Con la AFP

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