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Francia/Literatura

La ambigua victoria de Scarlett Johansson contra un escritor francés

El novelista francés Grégoire Delacourt fue hallado culpable este miércoles de haber atentado contra la vida privada de la célebre actriz hollywoodense por haber evocado en su obra de supuestos romances de la artista. Sin embargo, el tribunal francés sentó jurisprudencia al estimar que los autores tienen el derecho de usar la imagen de personas públicas si no deforman o revelan hechos desconocidos.

La actriz Scarlett Johansson.
La actriz Scarlett Johansson. Reuters/Stefan Wermuth
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La utilización de celebridades como materia narrativa se ha vuelto en los últimos 20 años un lugar común de la literatura contemporánea. Quizás el ejemplo más acabado de este recurso sea la obra del influyente escritor norteamericano Bret Easton Ellis, que mezcla en sus novelas (American Psycho, Glamorama) a personajes que sólo existen en su ficción con estrellas hollywoodenses.

 
En un mundo obnubilado por la fama, existen escritores que consideran legítimo convertir en marionetas de sus ficciones a figuras reconocidas. Pero ¿dónde termina la libertad artística y dónde empieza el derecho de la vida privada y de la imagen de las celebridades? A esta pregunta tuvo que contestar este miércoles la Cámara Civil número 17 del Tribunal de Gran Instancia de París, a pedido de la actriz estadounidense Scarlett Johansson.

La mujer demandó al escritor francés Grégoire Delacourt por atentar contra su vida privada en la novela "Lo primero que se mira". El libro, publicado en 2013, pone en escena a una sosías de Johansson que tiene relaciones con un mecánico francés "parecido a Ryan Gosling, pero más guapo".

Por otro lado, el autor mencionaba en su libro romances, esta vez de la actriz Scarlett Johansson, con sus colegas Jonatha Rhys-Meyers y Kieran Culkin.


Este miércoles, el tribunal consideró que efectivamente el escritor y a su editor Jean-Claude Lattès habían vulnerado la vida privada de la mujer, indicando que las historias con Rhys-Meyers o Kieran Culkin  nunca habían sido publicadas en la prensa. Sin embargo, la pena, de 2.500 euros, puede parecer poca cuando se tienen en cuenta el autor vendió 100.000 ejemplares de esta obra.

Más importante aún, el tribunal no estuvo de acuerdo en que el nombre, la imagen o la notoriedad de la actriz  hubiesen sido utilizados de manera fraudulenta para promover la novela. Esta interpretación supone una jurisprudencia que permite a los autores utilizar la imagen de las personas públicas siempre y cuando no deformen o divulguen hechos de la vida privada de los famosos si no son de pública notoriedad.

La abogada del escritor se dijo “sumamente satisfecha" con el fallo y subrayó el "monto ridículo" de la indemnización.

 

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