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Inmigración

“Hacer campos para migrantes fuera de la UE es una regresión en toda regla”

[Entrevista] La crisis migratoria que azota los países al borde del Mediterraneo ha llegado a un punto de inflexión con la voluntad de ciertos países de la UE de endurecer sus políticas de inmigración. 

Migrantes socorridos en el Mediterraneo desembarcan en Málaga del navío que los rescató, el 18 de junio de 2018.
Migrantes socorridos en el Mediterraneo desembarcan en Málaga del navío que los rescató, el 18 de junio de 2018. REUTERS/Jon Nazca
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Entrevistamos a Xavier Aragall, experto en migraciones del Instituto Europeo del Mediterraneo, para descifrar el contexto político y migratorio en el que se encuentra el continente. 

RFI: ¿Cuál es la legislación actual europea para los refugiados?

La persona que llega por motivos económicos va a tener un recorrido específico dependiendo del país al que llegue. El demandante de asilo tendrá otro recorrido. Las principales crisis últimamente han sido por la llegada de mucha gente que huía de un conflicto bélico, por consiguiente cuando llegan a la costa de un país europeo hacen la demanda de asilo.

Lo que rige es el convenio de Dublín, que es uno de los acuerdos que hay en el marco del gran proyecto de hacer una política de asilo y de refugio europeo común, pero todavía no existe. El convenio de Dublín dice que una persona tiene que pedir el asilo en el país donde llega y ese país lo va a tramitar.

Lo que pasa es que muchas personas que llegan a Italia, Grecia o España, países donde no hay una tradición histórica de acoger refugiados como pasa en Alemania o países escandinavos. Si se acepta, la persona se convierte en refugiado, el proceso puede durar meses.

Mucha gente lo que hace es no pedirlo porque prefiere ir hacia el norte donde hay una estructura muy potente de acogida de refugiados. Entonces, allí está el conflicto porque cada país es distinto. Las personas a veces ya tienen redes o familiares en otros países y les supone un contratiempo quedarse en otros países como España, Italia o Grecia.

RFI: Europa propone crear unas plataformas fuera de las fronteras europeas para gestionar allí la inmigración, ¿en qué consiste esta iniciativa?

Es un modelo de externalizar esta gestión de recepción de personas que piden asilo o personas refugiados. Hay que tener en cuenta que esta propuesta la hace el Consejo Europeo, es decir el poder de los estados, el ejecutivo.

Pero hay que tener en cuenta que la Comisión Europea, que es el gobierno, que implementa las políticas, tiene una batería de instrumentos muy amplios para no crear campos fuera. A mi parecer es una política delicada porque estás creando unos campos de retención fuera de la Unión Europea donde no hay garantía de Derechos Humanos, donde no hay garantía de muchos derechos por los cuales llevamos más de 70 años luchando para que sean unos derechos efectivos en la Unión Europea.

Es una propuesta que se aleja de los principios fundamentales de la Unión Europea. Y son los Estados los que lo proponen porque en estos momentos hay un debate muy fuerte a nivel de la sociedad sobre los límites de aceptar más o menos población refugiada o inmigrada. La propuesta de hacer campos fuera es una regresión en toda regla.

RFI: Parece que está triunfando la línea dura en la gestión europea de la inmigración

Está triunfando la línea dura por una cuestión histórica y de acumulación de muchos factores. Esta crisis, y le llamo crisis porque en 2015 y 2016 sobretodo, a raíz de la guerra en Siria, llegaron a Europa más de un millón de refugiados y se les dio cobertura a todos pero esto entronca con un debate de hace tiempo sobre los límites de aceptar más población extranjera y esto es un debate muy fuerte en Holanda, en Francia y en Alemania con actores políticos ascendentes como son partidos políticos con un discurso abiertamente xenófobo.

En los países del Este como Hungría, Eslovaquia etc. también tienen un posicionamiento muy contrario y en los países escandinavos, tradicionalmente receptores de refugiados de todo el mundo, también hay un debate muy fuerte con actores políticos crecientes que hacen pensar en un freno a acoger persona. De ahí que esta tendencia se traslade directamente al consejo.

RFI: Los países del sur de Europa, primeros receptores de migrantes, quieren que los países del norte se impliquen más, que se destinen más recursos a la gestión de la llegada a sus costas. ¿Qué parte de responsabilidad tienen los países europeos ricos en la decisión, por ejemplo, del nuevo gobierno italiano de no querer acoger a los migrantes?

Es un tema delicado y que se arrastra desde hace tiempo. El punto de partida es que la frontera sur de Europa, que es el Mediterráneo, es una articulación entre el mundo desarrollado de la Unión Europa y el mundo en desarrollo del sur del Mediterráneo.

Ha habido una serie de dinámicas que han desestabilizado a estos países. Por ejemplo las revueltas árabes y después la guerra de Siria, que desestabiliza Siria pero también toda la región. Es una zona inestable política y económicamente. Con una población muy joven y un mercado laboral que no absorbe la demanda, es decir un desempleo importante.

Todo esto se concentra en la frontera del Mediterráneo. Hay otras fronteras así en el mundo como la de México con Estados Unidos o en el Sudeste asiático con movimientos migratorios hacia Japón, Australia o Corea del Sur.

RFI: Hay países europeos que se han desentendido... 

Durante las dos últimas décadas han llegado muchas personas. El 90% de la inmigración irregular que llega a Europa lo hace vía Mediterráneo. Lo que pasa es que la inmigración va subiendo y va buscando esos países donde puede encontrar trabajo.

Para el refugiado es otra trayectoria porque para ese demandante de asilo hay que tener una infraestructura hecha que no tenían los países del sur, y no sólo no la tenían sino que además la llegada ha sido muy importante, así que es una doble combinación. Y evidentemente los países del norte por una cuestión de presión social se han desentendido, a pesar de que tenían que cumplir con el cupo que había establecido la Comisión Europea que dijo que había que repartir 160.000 personas en los distintos países de la Unión Europea.

Eso no se ha cumplido. Es la combinación de mucha gente que ha llegado, poca capacidad de gestionarlo y la poca receptividad de los países del norte porque también es verdad que durante la parte más fuerte de la ola de refugiados de Siria la gran mayoría fueron acogidos por Alemania, Suecia o países como Holanda.

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