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Alemania

Alemania: ¿hacia un transporte público gratuito?

El gobierno alemán propuso a la Comisión Europea una experiencia piloto en cinco ciudades alemanas que podrían experimentar la gratuidad de los medios de transporte. Sin embargo, detrás del anuncio se esconde una voluntad que tiene menos que ver con la ecología que con salvarse de una multa de la UE.

Un hombre espera el metro en Berlín. Archivo.
Un hombre espera el metro en Berlín. Archivo. Foto: AFP.
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Con Sergio Correa, corresponsal de RFI en Berlín

La idea había generado entusiasmo. En una carta a la Comisión Europea, el jefe de Gabinete de la canciller Angela Merkel, Peter Altmeier, y los ministros de Medio Ambiente, Barbara Hendricks (SPD), y Transporte, Christian Schmidt (CSU) mencionaron el 11 de febrero la posibilidad de un proyecto piloto de gratuidad del transporte público para cinco ciudades: Bonn, Essen, Mannheim, Reutlingen y Herrenberg.

El texto indicaba que de prosperar la prueba, la iniciativa se extendería a otros núcleos urbanos como Berlín. La medida, que apuntaba a evitar una multa de la Unión Europa por no hacer nada para bajar los niveles de contaminación, implicaba un ahorro sustancioso para los usuarios. Para tener una idea, el pasaje cuesta en Berlín unos tres dólares y medio por cada viaje, y 7 dólares por ir y volver a un barrio cercano es ciertamente mucho dinero para cualquiera.

La empresa de transporte público de Berlín sacó las cuentas: necesitaría unos mil millones de dólares extra para financiar el doble de pasajeros que tendrían si el transporte fuera gratuito y hasta ahora nadie del gobierno ha aclarado cómo lo financiaría.

Sin embargo, estos cálculos parecen prematuros, ya que las verdaderas intenciones del gobierno alemán no son claras. Este miércoles, la Cancillería y el ministerio de Trabajo aclararon que por lo pronto no hay ningún proyecto concreto ni ciudades voluntarias. Tal como admitió el portavoz de Angela Merkel, Steffen Seibert, Berlín sólo necesitaba enviar una lista de propuestas a la Comisión Europea para tratar de convencerla de no recurrir a la Corte Europea de Justicia en busca de represalias por un muy alto nivel de contaminación en varias ciudades alemanas.

En realidad, el gobierno alemán se dice apenas abierto a tratar la iniciativa si alguna ciudad se muestra interesada…

La idea también deberá enfrentar a la poderosa empresa automovilística alemana, de la que dependen directa o indirectamente casi dos millones de trabajadores en el país y que no parece muy contenta con la idea. Que los alemanes dejen de necesitar y luego de extrañar a los automóviles podría ser el comienzo de una revolución que en la patria de los Mercedes BMW Volkswagen o Audi nadie puede imaginar.

Si el proyecto queda en agua de borrajas o se materializa dependerá del nuevo gobierno alemán.

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