La Exposición Universal de Milán abrió sus puertas esta mañana en medio de un ambiente febril, debido a la presencia de numerosos jefes de Estado y de detractores que denuncian el despilfarro de dineros públicos, según ellos, superfluo en tiempos de austeridad.
Cuando llega el momento de seleccionar la sede de una Exposición Universal, se abren debates. En primer lugar, los responsables locales de cada ciudad analizan los pros y los contras de las candidaturas. Si la respuesta a algunas de ellas es positiva, se inicia el proceso de elaboración del proyecto que será presentado ante la Oficina Internacional de Exposiciones.
El 31 de marzo de 2008, la 143a Asamblea General de la Oficina Internacional de Exposiciones, celebrada en el Palacio de los Congresos de París, proclamó oficialmente a la ciudad italiana de Milán sede del evento. Esta metrópoli del norte de Italia se impuso en las votaciones frente a Esmirna, en Turquía.
“Fue una verdadera aventura”, exclama Alessandro Mancini, director de la Expo Milán 2015. “Presentamos un proyecto sobre la alimentación. Era la primera vez que se presentaba un tema así. Eso impresionó mucho al Comité y creo que esa fue la clave de nuestro triunfo”, añadió.
La Expo Milán 2015 aspira a ser un laboratorio para buscar soluciones a las carencias alimentarias, porque “a medida que aumenta la población mundial, se incrementan las necesidades alimentarias “, subraya Alessandro Mancini.
A menudo, al terminar las exposiciones universales, quedan infraestructuras de difícil uso práctico. En esta oportunidad Italia pidió a los participantes que llevaran pabellones que pudieran retornar a sus países, una vez terminada la Expo. En otros términos, desarmables.
La Expo de Milán abre siete días a la semana, de diez de la mañana a once de la noche, hasta el próximo mes de octubre.
Entrevistado: Alessandro Mancini, director de la Expo Milán 2015.
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