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Verdún, 300 días en el infierno

El presidente Emmanuel Macron viajó este martes al lugar donde se desarrolló la batalla más emblemática en la Primera Guerra Mundial. Fueron 300 días de combates en medio del frío, la lluvia y el fango, en 1916.

Soldados en las trincheras, cerca de Vacherauville, en Verdún, en diciembre de 1916.
Soldados en las trincheras, cerca de Vacherauville, en Verdún, en diciembre de 1916. © ECPAD
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El 21 de febrero, muy temprano en la mañana, comenzó la que sería la batalla más larga de la guerra. Ese día, un torrente de fuego y hierro salido de los cuerpos de artillería alemanes se abatió sobre Verdún y sus alrededores.

Esta batalla que duró 300 días se ha convertido desde entonces en el símbolo del primer conflicto mundial. En primer lugar, porque fue la única donde se enfrentaron sólo franceses y alemanes, a diferencia de otras en donde participaron tropas de los países aliados. También porque resume a ella sola lo absurdo y la monstruosidad de una guerra donde la mayoría de los combatientes no entendía el porqué del conflicto. Además, por el número de pérdidas humanas: 300.000 muertos en total, aunque la batalla de la Somme fue aún peor (1,2 millones de muertos, entre julio y noviembre de 1916).

Para los alemanes, la batalla de Verdún fue la ocasión de utilizar la temible “Berta la gorda”, un tipo de obús de asedio fabricado por la empresa local Krupp, con la que las tropas alemanas dieron el asalto. El Trommelfeuer, el ataque de los alemanes, comenzó con el posicionamiento de las tropas acompañados del lanzamiento de obuses, uno cada 15 segundos, que provocaron que la tierra temblara en un perímetro de 150 km y que el aire se mezclara con gases tóxicos. De hecho, todavía Verdún conserva los cráteres inmensos producto de ese bombardeo de artillería.

El campo donde se llevó a cabo la batalla de Verdún.
El campo donde se llevó a cabo la batalla de Verdún. © Meuse

Una guerra de desgaste

Durante semanas prosiguieron los combates pero a pesar de esta feroz estrategia de bombardeos, los alemanes no lograban avanzar. El 10 de abril, las líneas francesas seguían resistiendo al ataque enemigo. Fue allí cuando el general francés Philippe Pétain, conocido luego como “El vencedor de Verdún”, grita “On les aura” (Venceremos), lo que tuvo el mérito de inyectar confianza a los franceses. Paralelamente, llegaron los refuerzos por la única ruta disponible, desde Bar-le-Duc, un camino que desde entonces denominan la “Vía Sagrada”.

Con el paso del tiempo, Verdún se convirtió en un “batalla de desgaste” entre dos ejércitos agotados. El frío, la lluvia, el fango, el hambre y la violencia de los combates aniquilaron las últimas fuerzas. Los que quedaban con vida en las trincheras debían convivir con los numerosos cuerpos desmembrados que se descomponían al aire libre. Este clima fue propicio al creciente descontento entre los combatientes franceses. La remoción del general Pétain tuvo también un impacto negativo en la moral de las tropas.

El 2 de septiembre, el comandante en jefe del ejército alemán, Paul von Hindenburg, ordenó el cese de las acciones defensivas, lo que aprovecharon los franceses para ganar terreno. El invierno y las condiciones del suelo ya no permitían el contraataque alemán. La batalla tuvo su fin a mediados de diciembre, aunque Verdún siguió siendo una zona de combate hasta el armisticio.

 

Periplo presidencial

En vísperas del Centenario del Armisticio, Emmanuel Macron ha emprendido un viaje por los lugares donde se libraron las batallas más emblemáticas para el ejército francés. El periplo, comenzado el domingo pasado, prosiguió el martes en tres ciudades. Primeramente, Les Eparges, donde tuvieron lugar combates dantescos en 1915 y donde Macron anunció la entrada en el Panteón del escritor y combatiente Maurice Genevoix, autor del libro “Aquellos del 14”.

Macron fue luego a Verdún donde pronunció un discurso en favor de una Europa fuerte y pacífica y contra los “nacionalismos absurdos”, justamente en un momento de auge del extremismo en varios países europeos.

Por último, el mandatario francés se dirigió a Reims, para un homenaje al Ejercito negro, esas tropas coloniales conformadas principalmente por francotiradores senegaleses que pelearon con las tropas aliadas.

Este viaje presidencial por Francia se extenderá toda la semana hasta el domingo, día del Centenario del Armisticio, en el que Macron inaugurará el Foro de la Paz en París, en presencia de un centenar de líderes mundiales.

El Osario de Douaumont, donde reposan los restos anónimos de 130.000 soldados.
El Osario de Douaumont, donde reposan los restos anónimos de 130.000 soldados. © CDT Meuse/Guillaume Ramon

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