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Carrusel de las Artes

Fidel y los artistas e intelectuales del exilio

Primera modificación:

El Líder Máximo siempre temió a los intelectuales y artistas que no comulgaron con las ideas de la Revolución. Sobre ellos pesó una censura y persecución implacables que fue decantando con el correr de los años.

La cantante Celia Cruz (1925 - 2003).
La cantante Celia Cruz (1925 - 2003).
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Desde la instalación de la Revolución, el régimen liderado por Fidel Castro apostó por un férreo control de todas las manifestaciones artísticas, lo que empujó al exilio a cientos de artistas que se hicieron famosos opositores al castrismo y que posteriormente fueron censurados en la isla. Por eso, la historia de la Revolución también se escribió con las voces de aquellos cantantes, escritores y artistas que se forjaron una carrera fuera de su tierra.

Uno de los destinos más comunes fue Estados Unidos donde florecieron figuras como Celia Cruz (1948 – 2003), quien era originaria de Santos Suárez, un barrio muy pobre de La Habana, y que años después se convirtió en la “Reina de la Salsa”. Su legendario grito, “azúcar”, estuvo prohibido por más de 40 años en la isla. Cruz abandonó Cuba un año después de que comenzara la Revolución y prometió que nunca regresaría, aunque el gobierno comunista no la reconoció como exiliada hasta la década de los 80.

Igual suerte sufrió el legendario pianista y compositor Bebo Valdés, quien falleció en 2013 en Estocolmo, muy lejos del calor tropical que lo vio nacer en 1918. Nieto de esclavos, Valdés siempre reivindicó las raíces africanas de la música tradicional cubana, perteneció a la generación del mambo y fue el precursor del llamado “jazz afro-cuban”. Pero directamente proporcional a su talento fue la censura impuesta por las autoridades cubanas tras su salida del país. Como pasó con muchos, Bebo Valdés dejó de existir en la isla cuando se aventuró a otras tierras. La censura del régimen incluía cualquier mención a su nombre, incluso cuando Valdés fue galardonado con un Grammy Latino por su disco “Juntos para siempre” que grabó con su hijo, el también pianista Chucho Valdés.

Así mismo pasó con el clarinetista y saxofonista de Latin Jazz, Paquito D’Rivera, el cantante Willy Chirino o la pareja de músicos formada por Gloria y Emilio Estefan, todos ellos grandes figuras de la diáspora musical cubana que se convirtieron en  enemigos acérrimos del castrismo.

El músico cubano Paquito D'Rivera.
El músico cubano Paquito D'Rivera.

"No se puede tapar el sol con un dedo. Cuba es un país inmensamente musical. No pudieron silenciar a Celia, Cachao, Julio Gutiérrez, Ernesto Lecuona, y tantas otras luminarias. Y en Cuba misma, la música ha existido no gracias a los comunistas, sino a pesar de ellos", dijo a RFI Paquito D'Rivera desde Nueva York.

Numerosos músicos en el exterior coinciden en señalar que uno de los legados de Castro fue la polarización de la sociedad.

"Cuba es un país dividido, donde se persiguió a todo aquel que tuviera ideas o creencias diferentes a las del régimen, también se persiguió a los homosexuales. Se prohibió el jazz y el rock, porque venían del Imperio", agregó desde Madrid el flautista cubano Carlos Cano.

Dos Cubas
Otra expresión duramente controlada desde el inicio de la Revolución fue la literatura, donde existieron, como en el resto de las manifestaciones humanas y artísticas, dos Cubas, la de los afectos al régimen y la de la disidencia.

El repudio castrista se hizo emblemático con escritores como Reinaldo Arenas, quien debió escapar del país víctima del cerco sobre él. Arenas no sólo fue perseguido por ser un escritor brillante y disidente, también por ser homosexual, declarada una “desviación incompatible con la revolución” en la Cuba de Fidel Castro. Como lo relató en su libro “Antes que anochezca”, llevaba las tres maldiciones, ser escritor, disidente y gay, en uno de los momentos de mayor ostracismo y sectarismo en Cuba. En 1980 salió del país cuando Fidel Castro autorizó un éxodo masivo de disidentes y otras personas consideradas indeseables a través de Mariel. En 2010, Fidel “asumió” su responsabilidad en la represión de la homosexualidad y la institucionalización de la homofobia, 20 años después de que Arenas se suicidara en Nueva York, enfermo de sida.

La línea de escritores homosexuales o proscritos, o ambas, en Cuba es larga, desde José Lezama Lima y Virgilio Piñera. Guillermo Cabrera Infante tuvo incluso que sortear los numerosos obstáculos en su camino al exilio. Fidel impidió por ejemplo que España le otorgara el asilo. El hacha castrista también se cernió contra Gastón Baquero, César Leante o el poeta Raúl Rivero.

Destacados escritores extranjeros también se dejaron endulzar por las mieles de la Revolución. Entre los más notorios estuvo Gabriel García Márquez, amigo hasta su muerte de Fidel, o Mario Vargas Llosa quien, pasado los años de juventud, se alejó del régimen hasta convertirse en uno de los intelectuales más críticos del castrismo. También intelectuales como los franceses Jean Paul Sartre y su compañera, la también filósofa Simone de Beauvoir fueron a Cuba atraídos por la ideas y el carisma de ese líder tropical y barbudo que fue Fidel.

En la actualidad, muchos son los escritores y artistas cubanos que viven y trabajan fuera de la isla. Incluso una expresión tan originalmente cubana como la Trova, encontró voces que pretenden ir contra la corriente del castrismo. Así, cantautores como Amaury Gutiérrez componen sus coplas desde el exilio. Trovadores como Frank Delgado, lo hacen en entrañas de Cuba, pero con mucha más dificultad y, en el caso de los escritores, con la imposibilidad muchas veces de ser publicados y leídos en la isla. Así le ha sucedido a Wendy Guerra, autora de novelas demoledoras contra el régimen, de las cuales sólo una ha sido publicada en la isla (Posar desnuda en La Habana, 2011).

Para otros escritores, el éxito en otras latitudes es completamente desconocido en su Cuba natal. Es el caso del escritor y periodista residenciado en París, William Navarrete, autor de 18 libros traducidos al inglés, italiano o francés, aunque en su país no lo conocen.

"Me atrevería a decir que casi la mitad de la producción literaria cubana del siglo XX se ha escrito desde el exilio. Es una literatura de la distancia, del dolor y muchas veces militante, comenzada apenas instalada la Revolución, en 1959. Pienso que el régimen le tiene miedo a todo aquello que se oponga a ellos, por eso le tienen pavor a los escritores. La literatura es una de las pocas expresiones de libertad en un país donde hasta los medios de comunicación están bajo el control estricto del Estado", aseveró Navarrete.
 

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