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Campos de reeducación

Empresarios paquistaníes angustiados por la "desaparición" de sus esposas en China

"¿Dónde están nuestras mujeres?". Decenas de paquistaníes piden cuentas a Pekín, después de que sus esposas chinas fueron supuestamente internadas en campos de reeducación, en plena ola de medidas represivas para evitar cualquier posible contagio yihadista.

Región autónoma de Xinjiang o Sinkiqng. Trabajo propiográfico vectorial fue creado con Adobe Illustrator, de TUBS.
Región autónoma de Xinjiang o Sinkiqng. Trabajo propiográfico vectorial fue creado con Adobe Illustrator, de TUBS. WIKIPEDIA
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Se trata de empresarios que llevan mucho tiempo trabajando en el Xinjiang, una región al noroeste de China fronteriza con Pakistán donde residen unos 10 millones de uigures, una etnia mayoritariamente musulmana. Casados con chinas, esos paquistaníes volvían a su país cada año por negocios o para renovar su visado, dejando sola a la familia durante unos meses. Pero, desde el año pasado, las llamadas telefónicas y los SMS se quedan sin responder.

"Mi esposa y mis hijos fueron arrestados en marzo del año pasado. No he tenido noticias desde entonces", declara preocupado Iqbal, que prefiere no decir su nombre completo para proteger a sus familiares. En julio, intentó reunirse con su esposa en China pero en la frontera no le dejaron pasar. "Las autoridades me dijeron que mi esposa estaba en 'formación' y que el gobierno estaba cuidando de mis hijos. Les supliqué que me dejaran hablar con mis hijas, pero se negaron", cuenta.

Iqbal es uno más entre decenas de comerciantes paquistaníes que no saben nada de su familia, según denunció Javed Husain, un diputado del parlamento de Gilgit-Baltistan, una región de Pakistán fronteriza con China. A principios de marzo, los parlamentarios regionales votaron una resolución de condena de estas medidas que califican como "detenciones ilegales".

 China en silencio

En cuanto a China, sus autoridades permanecen prácticamente mudas al respecto. "Las dos partes mantienen su comunicación sobre los casos relativos a los intercambios entre las personas de los dos países", se limita a indicar el ministerio chino de Relaciones Exteriores.

Pekín tiene unas relaciones excelentes con Islamabad. Ambos países lanzaron un gran proyecto común que es el corredor económico China-Pakistán, que debería conectar el oeste chino con el puerto paquistaní de Gwadar (suroeste).

En 2013, firmaron acuerdos por 46.000 millones de dólares para la construcción de infraestructuras en este corredor comercial y así estimular la economía, aún anémica, de las regiones implicadas.

Pero la ecuación resulta complicada para China, que debe abrir sus fronteras a los intercambios pero al mismo tiempo impedir la llegada de "terroristas" desde el vecino Pakistán.

Además, la región de Xinjiang es un escenario habitual de atentados que Pekín atribuye a "separatistas" uigures, que dejaron cientos de muertos en los últimos años en China. Por su parte, los uigures aseguran sufrir discriminaciones religiosa y laboral. A las autoridades, les preocupan los vínculos entre una parte radicalizada de esta minoría y grupos yihadistas.

"Una amenaza"
   

En respuesta, China ha adoptado medidas draconianas como el despliegue masivo de fuerzas de seguridad, control de vehículos, multiplicación de la vigilancia por cámaras de seguridad y policías en cada cruce de las ciudades. Además, se habrían creado centros de reeducación para personas sospechosas de tener intenciones hostiles hacia el país y sus ciudadanos.

Según Iqbal y otros paquistaníes, sus esposas fueron interpeladas a causa de las llamadas y los SMS procedentes del extranjero. "Toda comunicación proveniente de Pakistán es considerada como una amenaza", opina Qurban, un empresario que trabaja en China desde hace 30 años.

China niega la existencia de esos campos de reeducación pero, sin embargo, la administración y la prensa del Estado revelaron que existen una treintena de ellos, donde residirían unos 4.000 detenidos, según un recuento de la AFP.

Ali, un paquistaní que tampoco ha tenido noticias de su esposa, supone que estará sometida a "una especie de formación donde le enseñan cosas sobre el comunismo y a convertirse en una buena patriota". "Mi mujer me contó que la policía había ido a su casa para pedirle que explicara las llamadas telefónicas procedentes de Pakistán y sus vínculos con el Movimiento Islámico de Turkestán Oriental", una organización clasificada por la ONU como "terrorista" y a la que Pekín acusa de alimentar el separatismo uigur.

"Nunca te dicen nada. Solo que tu familia volverá cuando haya acabado la formación".

Por AFP.

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