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Vaticano/Birmania

Papa pide a los budistas birmanos a superar el 'prejuicio' y el 'odio'

El jefe de la Iglesia católica llamó a “superar todas las formas de incomprensión, de intolerancia, de prejuicio y de odio" en Birmania, donde la minoría musulmana rohinyá es perseguida.

El papa Francisco intercambia presentes con Bhaddanta Kumarabhivamsa,  anciano presidente del "sangha" supremo de monjes budistas, el 29 de noviembre de 2017 en Rangún..
El papa Francisco intercambia presentes con Bhaddanta Kumarabhivamsa, anciano presidente del "sangha" supremo de monjes budistas, el 29 de noviembre de 2017 en Rangún.. Fuente: Reuters.
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El papa Francisco, recibido este miércoles por la máxima institución budista de Birmania, consideró "necesario superar todas las formas de incomprensión, de intolerancia, de prejuicio y de odio", en un país criticado por la crisis de los rohinyás.

Tras haber recomendado "el perdón" a los 150.000 fieles católicos reunidos en un inmenso estadio deportivo para una misa al aire libre, el papa se reunió por la tarde con la sangha, la mayor instancia budista del país.

En este viaje inédito en el país de mayoría budista, el pontífice abogó por la unidad y afirmó que no es posible "permanecer aislados los unos de los otros", durante su encuentro con los dignatarios budistas en un templo de Rangún.

Para Francisco, "toda la sociedad" debe "compartir la tarea de superar el conflicto y la injusticia".

El papa argentino actúa con cautela desde su llegada a Birmania el lunes, teniendo en cuenta que la opinión pública budista ve con malos ojos las críticas internacionales sobre el trato a la minoría apátrida rohinyá.

De hecho, el pontífice ha procurado no pronunciar esa palabra tabú, a pesar de que en Roma se refirió públicamente a sus "hermanos rohinyás" "torturados y asesinados".

En Birmania, la xenofobia y el odio de los musulmanes ganan terreno y una gran mayoría de los habitantes considera a los rohinyás, a los que llaman "bangladesíes", como inmigrantes ilegales que no forman parte del país.

Más de 620.000 miembros de esta minoría están refugiados en Bangladés desde finales de agosto para huir de la violencia del ejército birmano, culpable de "limpieza étnica", según la ONU.

Pero el alto clero budista, que tardó años en expulsar al movimiento de los monjes extremistas de Wirathu que propaga el odio del islam, nunca se ha expresado a favor de la minoría musulmana discriminada.

Los monjes, que son más de 500.000 en el país, forman una fuerza considerable y siempre han participado en la política de este país del sudeste asiático.

En la época de la junta militar, estuvieron a menudo al frente de las manifestaciones contra la dictadura, pagándolo a veces con su vida.

- Multitud colorida -

Los religiosos más extremistas, que son ahora los más visibles y los únicos que se expresan en el país, desdeñaron el llamamiento a la tolerancia del papa.

"Estamos contentos de que no haya pronunciado la palabra 'rohinyá', pero quiero sugerirle que lea el Corán para ver si sigue pensando que es una religión de paz", comentó Sithu Myint, militante nacionalista cercano a los monjes radicales.

Birmania afronta situaciones de guerra interna en varias regiones fronterizas. En el oeste del país, donde viven los rohinyás, los brotes de violencia son frecuentes.

Durante su misa de este miércoles, el papa dijo que ya era hora de perdonar, aunque "muchos lleven las heridas de la violencia, ya sea visible o invisible".

Ante una multitud muy moderada, que lleva ropa étnica y agitaba numerosas banderas birmanas y del Vaticano, Francisco quiso "ofrecer algunas palabras de esperanza".

Muy emocionados por la primera visita de un papa en el país, muchos católicos -el 1% de la población- pasaron la noche en lugares insospechados como los cementerios de las iglesias.

"¡Nunca había soñado con ver al papa durante mi vida!", aseguró Meo, un miembro de la minoría Akha, de 81 años.

En cuanto a Gregory Than Zaw, de la etnia Karen, que acudió al lugar de la misa en autocar dijo que "jamás había visto a tantos católicos" en su país.

El catolicismo, que se implantó en Birmania en el siglo XVI a través de mercaderes portugueses instalados en el emporio indio de Goa, estuvo mucho tiempo discriminado bajo la junta militar.

Con la apertura del país en 2011 tras décadas de aislamiento, hubo un levantamiento de las restricciones religiosas y, al mismo tiempo, un aumento de las tensiones entre comunidades.

En la segunda parte de su gira asiática, el papa viajará el jueves al Bangladés musulmán, un país en el que viven más de 900.000 refugiados rohinyás. Ahí se encontrará con un pequeño grupo de esos migrantes en Daca.

Jorge Bergoglio terminó su jornada con un encuentro con los 22 obispos de Birmania, a los que también animó a trabajar por la "unidad" del país.

Ante ellos hizo quizá su alusión más clara a los rohinyás. La comunidad católica puede estar orgullosa, dijo, de su "compromiso con los pobres, con quienes carecen de derechos y sobre todo, en estos momentos, con tantos desplazados que, por decirlo de alguna manera, yacen heridos al borde de la carretera".

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