La violencia contra los periodistas no cesa en México. En la madrugada de este jueves, la periodista Miroslava Breach fue asesinada en la ciudad de Chihuahua, al norte del país.
Eran las siete de la mañana, acababa de salir de su casa en auto para llevar a su hijo a la escuela cuando, en un cruce, recibió varios balazos en la cabeza.
De 54 años, Breach llevaba más de veinte años en el rubro periodístico. Cubría temas sensibles como el crimen organizado, el narcotráfico o cuestiones de corrupción en el gobierno estatal de esta región cercana a la frontera con Estados Unidos.
La labor periodística de Breach es la principal línea de investigación, confirmó el gobernador de Chihuahua, Javier Corral, quién prometió que se castigará a los culpables. En el Senado y la Cámara de Diputados, en Ciudad de México, los parlamentarios observaron un minuto de silencio.
Pero más allá del repudio expresado, el Estado mexicano ha sido incapaz de poner fin a la violencia contra los periodistas, denuncia Roberto Rock, el presidente de la Comisión de Libertad de Expresión de la Sociedad Interamericana de Prensa y director del grupo mexicano de portales de noticias La Silla Rota.
Según él, por más que se haya creado una Fiscalía especial para los temas de libertad de expresión y establecido mecanismos de protección y de alerta, el patrón de represión contra las voces incómodas se agudiza.
También lamenta que, a diferencia de Colombia o Estados Unidos, en México los periodistas regionales amenazados o asesinados no reciben el apoyo de las grandes figuras de los medios nacionales que, por indiferencia o apatía, no ejercen presiones sobre las autoridades competentes.
Entrevistados: Sandra Patargo, oficial adjunta del Programa de Protección y Defensa de la ONG Artículo 19, y Roberto Rock, presidente de la Comisión de Libertad de Expresión de la Sociedad Interamericana de Prensa y director del grupo mexicano de portales de noticias La Silla Rota.
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