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Estados Unidos - Análisis

Violencias policiales y tensiones raciales: el fracaso de Obama

Estremecido por la matanza en Dallas de cinco policías por un joven negro veterano de guerra, Barack Obama debía recortar a la mitad su estadía en suelo español para regresar a la ciudad tejana y pronunciar un discurso este martes. Invitado por el alcalde Mike Rawlings, pronunciará una alocución y llamará a la calma en su país.

Bomberos rinden homenaje a las víctimas de la matanza de policías, el 11 de julio de 2016 en Dallas.
Bomberos rinden homenaje a las víctimas de la matanza de policías, el 11 de julio de 2016 en Dallas. REUTERS/Carlo Allegri
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Por Dorian Colson-Roy

El jueves pasado, tras las muertes de Alton Sterling, en Luisiana, y de Philando Castile, en Minnesota, el presidente estadounidense expresó en su página Facebook que son síntomas “de los desafíos de nuestro sistema de justicia criminal, la disparidad racial que se muestra en nuestro sistema año tras año”. El drama de Dallas del viernes pasado, que ocurrió en medio de una manifestación pacífica en el centro de Dallas en protesta por la muerte de esos dos ciudadanos negros, simboliza esa fractura racial en Estados Unidos.

Manifestaciones y detenciones, símbolo de la desconfianza

En respuesta a los sangrientos episodios de la última semana en los Estados Unidos, se produjeron en las principales ciudades del país numerosas manifestaciones, en medio de fuertes tensiones entre afroestaounidenses y policías. La mayoría de las manifestaciones que se organizaron en homenaje a las personas negras muertas por violencia policial fueron pacíficas.

Sin embargo, las autoridades dijeron que se generaron disturbios en Saint Paul, que 21 agentes fueron heridos en la noche del sábado y 102 personas fueron detenidas. “Esto no tiene nada que ver con el luto, no tiene nada que ver con una manifestación, esto se llama un disturbio, se llama violencia”, declaró el alcalde de Saint Paul, Chris Coleman.

Por su lado, un prominente activista del movimiento Black Lives Matter (BLM), filmó y transmitió por la aplicación Periscope su propio arresto. “La policía nos ha provocado toda la noche”, explicó en su cuenta Twitter. Esos testimonios son reveladores de la fractura y la incomprensión que prevalece actualmente en el país.

Obama llama a la calma y pide reformas

El presidente estadounidense, desde la cumbre de la OTAN en Varsovia, deploró que “Estados Unidos ha vivido demasiadas veces tragedias cómo ésta”, antes de añadir, en reacción al drama de Dallas, que “no hay una justificación posible a este tipo de ataques”. Ante el impacto ocurrido, Obama decidió acortar su estancia en Europa para viajar este martes 12 a Dallas.

Según él, la situación actual en el país “no es sólo un problema de los negros, no es sólo un problema de los hispanos. Es un problema estadounidense que nos debería preocupar a todos”, antes de insistir sobre el hecho de que “nos toca a todos decir qué podemos hacer mejor. Valemos más que esto”.

El mandatario de la Casa Blanca abordó también la cuestión de las armas, y dijo que “no se puede pretender que una legislación laxa sobre las armas sea irrelevante”. A través de esas diferentes declaraciones, Barack Obama reconoce la fractura entre minorías y policía, y también el problema patente del racismo que sigue muy presente.

Su vuelta prematura desde Europa demuestra su voluntad de cambiar una situación que ha llegado a un nivel de tensión que no se puede ignorar.

Brote de violencia, extremismo e intolerancia

Una manifestación antirracista en Dallas acabó con cinco policías muertos a manos del extremista negro Micah Johnson. Mientras tanto, supremacistas blancos crecen como hongos en Estados Unidos y según grupos de derechos humanos, la intolerancia está llegando a un nivel muy preocupante. Las tensiones raciales, la disconformidad con la élite política y las dificultades económicas son los nutrientes de la polarización en el país, dijo Mark Potok, analista de la Southern Poverty Law Center (SPLC), una prestigiosa ONG que vigila las agrupaciones racistas y de odio en EEUU.

Entre 2014 y 2015, milicianos, supremacistas blancos, islamistas radicales, neonazis y extremistas de toda clase crecieron de 784 a 892 grupos, un aumento de 14%. Entre ellos, los racistas, secesionistas y nacionalistas blancos son mayoría. El Ku Klux Klan por su parte casi se triplicó el año pasado: de 72 en 2014 a 190 en 2015. El éxito de Donald Trump y su campaña basada en un discurso intolerante, viene a confirmar esa tendencia.

Del lado opuesto, los separatistas negros representan el 20% del total de los grupos de odio y aumentaron de 113 agrupaciones en 2014 a 180 el año pasado. La razón principal es la ira que generan las muertes injustificadas de hombres negros por policías nerviosos. El jueves pasado, Barack Obama condenó esto: “Estos no son incidentes aislados. Son sintomáticos de desafíos más amplios (…) y de las desigualdades raciales”.

Los negros separatistas son grupos “generalmente muy pequeños, pero muy antisemitas, muy antiblancos y muy antigays”, explicó Potok antes de aclarar que no están vinculados al movimiento pacífico Black Live Matters (BLM). Este movimiento famoso, creado en 2013 después de la absolución de un guardia de seguridad que había matado a un negro, se apuró a escribir en su página Facebook después del ataque de Dallas, que “el ataque de ayer fue el resultado de las acciones de un lobo solitario”.

Venta de armas, racismo y violencia: los fracasos de Obama

En 2008, durante su campaña presidencial, Barack Obama había pronunciado un discurso enfocado sobre las tensiones raciales: “la raza es una cuestión que nuestro país no puede ignorar”. Sin embargo, aunque esa elección fue un símbolo muy potente – 40 años después del asesinato de Martin Luther King -, la situación parece agravada y las tensiones entre comunidades están omnipresentes en el debate público.

“Posiblemente hemos creído que el racismo estaba en vía de extinción un poco demasiado rápido”, constató François Dupaire, historiador especialista de los Estados Unidos. Según él, esas violencias son “el fracaso” del presidente, que ha tratado este problema con “una estrategia que pasó por la economía y lo social”. Desde 2008, Obama no hizo políticas específicas a las comunidades pero creó programas -como el “Obamacare”-, que debían atacar las dificultades sociales para reducir los problemas comunitarios.

Cuando Obama intentó hacer reformas, fue confrontado a oposiciones y bloqueos. Al término de la cumbre de la OTAN de la semana pasada, el presidente declaró que “si se preocupa por la seguridad de los oficiales de policía, entonces no se puede dejar de lado el tema de las armas y pretender que es irrelevante”. Con este mensaje, el mandatario aludía directamente al Congreso sobre la necesidad de reformar este tema. En efecto, las reformas de las armas fueron siempre bloqueadas por el Congreso estadounidense durante sus mandatos. Sus propuestas de reformas de la policía del año pasado fueron adoptadas en “algunas jurisdicciones”, pero “muchas no lo han hecho”, lamentó Obama recientemente.

El fin de su mandato se está acercando y su margen de maniobra parece muy limitada. Con los recientes episodios de violencia que atropella Estados Unidos, este problema se convierte en un tema central en la campana de los dos candidatos a la investidura del próximo 8 de noviembre de este año. La tensión motivó a los aspirantes a reaccionar y el resultado de noviembre condicionará fuertemente la evolución de esas tensiones y fractura racial.
 

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