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Medios

Al Jazira y la narrativa de la revuelta árabe

El canal qatarí se impuso como el principal medio a la hora de informar sobre los acontecimientos en Túnez y en Egipto. La “CNN árabe” supo crear el relato de un movimiento de ira en el norte de África y convertirse en uno de sus actores. Un papel elogiado por quienes celebran el fin del control gubernamental de la información y criticado por quienes acusan al canal de ser la caja de resonancia del islamismo global.

Captura de pantalla de Al Jazira. "Al Jazira, marcando la agenda de noticias", reza el eslogan.
Captura de pantalla de Al Jazira. "Al Jazira, marcando la agenda de noticias", reza el eslogan. Fuente: Al Jazira.
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El Gobierno egipcio prohibió este domingo la cadena de televisión Al Jazeera. La agencia oficial egipcia no dio detalles acerca de las razones que llevaron al ministro de Información a interrumpir la difusión del canal qatarí. Pero las declaraciones del jeque Yusef Al Qardaui, considerado como el predicador de mayor influencia del mundo árabe, pidiendo la renuncia de Mubarak ante los micrófonos de la cadena qatarí, o las imágenes de la revuelta musicalizada con los temas de la leyenda egipcia de la canción Oum Kalzum, fueron probablemente demasiado para Mubarak.

En un mundo árabe donde los regímenes autoritarios están acostumbrados a monopolizar la circulación de la información, la cadena qatarí ofreció desde “la revolución de los jazmines” en Túnez una cobertura sin fronteras intensa, veloz e independiente de los gobiernos afectados por la crisis, mediante su nutrida red de corresponsales y las contribuciones de testigos que enviaban testimonios, fotos y videos captados por teléfonos celulares y colgados inmediatamente a las redes sociales. Y todo, en árabe.

“Gracias, Al Jazira”, decían las pancartas de los manifestantes tras la caída del dictador Ben Alí en Túnez, recuerda Philip Seib, profesor de periodismo de la Universidad California del Sur y autor del libro The Al Jazeera Effect: How the New Global Media Are Reshaping World Politics. En Túnez, “la evidencia de la creciente fuerza de la protesta fue ampliamente documentada, alentando a quienes en un principio creían que la dictadura era demasiado fuerte para ser derribada”, sostiene. “Este fenómeno no es nuevo. En 1989, la televisión de Alemania Federal cruzó las fronteras y envió imágenes de la plaza Tiananmen a los alemanes del este. Fueron alentados por las protestas chinas y en un par de meses dieron sus propios pasos para derribar el Muro de Berlín. Hoy, la información es más abundante, y en el mundo árabe la credibilidad es tal que los gobiernos observan con cuidado su influencia”.

Algunos observadores sostienen que Al Jazira no desempeña un papel de mero mensajero. “La noción de que existe una lucha común en el mundo árabe es algo que Al Jazira ayudó a crear”, asegura Marc Lynch, profesor de Estudios de Oriente Medio de la Universidad George Washington, citado por The New York Times. “Ellos no provocaron estos acontecimientos, pero es casi imposible imaginar todo lo que está ocurriendo sin Al Jazira”.

“Los gobiernos árabes acusan a Al Jazira de movilizar a la calle, y tienen razón, pero esta acusación es un honor”, estima el universitario emiratí Abdel Jaled Abdallah, en declaraciones a la AFP. “No cabe duda de que Al Jazira ha sido un actor importante en la revolución tunecina y las manifestaciones que se llevan a cabo en Egipto”, añadió.

Otros cuestionan la parcialidad de Al Jazira y la acusan de ser la caja de resonancia de los movimientos islamistas. Estiman que el canal fundado por un rico emir de Qatar es selectivo a la hora mostrar el descontento árabe. De este modo, la rapidez e intensidad desarrolladas por la cadena para cubrir los acontecimientos en Túnez se volvió mucho más tímida y lenta cuando empezó a tomar forma en Egipto.

“En Túnez, Al Jazira acompañó a la calle, mientras que en Egipto la siguió rezagada”, asegura el analista libanés Abadalá Badrakhan, basado en Londres. “Desde los primeros días mostró que no estaba dispuesta a tratar la cuestión egipcia del mismo modo que había tratado el levantamiento en Túnez”, añade. ¿La razón? “Qatar acaba de reconciliarse con Mubarak”, explica.

Otra de las críticas a Al Jazira es la de centrar sus críticas en los regímenes “moderados” (aliados de Estados Unidos) y ser benevolente con regímenes teocráticos aún más represores. La acusan, entre otras cosas, de ofrecer una mirada sesgada que favorece al Hezbolá en Líbano y a Hamas en Gaza frente a sus rivales libaneses y palestinos.

Estas acusaciones se encarnaron en las protestas que llevaron a libaneses sunitas a quemar esta semana un vehículo de Al Jazira en Trípoli o manifestantes palestinos a quemar fotos del emir de Qatar y emblemas de Al Jazira luego de que la cadena filtrara supuestos documentos en los que la Autoridad Palestina se mostraba dispuesta a hacer concesiones sin precedentes a Israel.

En cualquier caso, Al Jazira supo convertirse en la CNN del mundo árabe gracias a un concepto exitoso, resumido por  Adel Iskandar y Mohammed El-Nawawy (autores de Al-Jazeera: The Story of the Network that is Rattling Governments and Redefining Modern Journalism) como “objetividad contextual”: la capacidad de “reflejar todos los puntos de vista de una historia pero a la luz de los valores, las creencias y los sentimientos de la audiencia a la que se dirige”.

 

 

 
 

 

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